This is worth posting
Para aquellos amantes de la música.
YO TAMBIÉN QUIERO UN AYPO!
Para aquellos amantes de la música.
YO TAMBIÉN QUIERO UN AYPO!
Creo que tendré que volver a cerrar estas paginitas para ponerme a hacer mis deberes,
el mundo se me volvió a venir encima…
Así que el blog queda cerrado hasta nuevo aviso.
Probablemente sea cierto eso de que regreso el día 16, pero no voy con mi mujer (o su equivalente, mi hombre) estoy trabajando a marchas forzadas… Sí, otra vez.
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I have made my peace with the world.
No more resentments, now, everything is lighter and brighter.
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I heard somebody once said that when a woman cuts off her hair is about to change her destiny.
Well, now is shorter. The Shortest.
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I’m looking far beyond for unknown mysterious horizons in faraway lands.
And i’m greatful for everything.
This is the secret to happiness according to kids.
Remember they know better and simple than grown ups.
Está mal que escriba esto, justo después del post anterior, pero me encanta procrastinar!
Sí señores, me considero una Procrastinadora Profesional (a sus ordenes).
Ya hasta he perdido varias (demasiadas) horas de sueño por hacerlo, incluso las deliciosas siestas después de comer y todo es culpa mia y del accesible internet y de mi mac tan bonita. Pero es que no puedo evitarlo, i can’t help myself. Incluso ya como frente al monitor. No sé si esto es un problemilla o una seria adicción, pero es que hay cosas tan bonitas qué ver, y otras tan interesantes qué leer, y mucha música, y toda una vida. Claro, no me la paso tan sentada aquí, hoy salí a andar en mi bicita nueva y fue refrescante y liberador (había actualizado mi ipod y le subí los último torrents que bajé, entonces fue un paseo en bici nocturno hermoso!) Y siempre hago la tarea! Entrego todo! muy bien hecho, pero aquí los único perjudicados resultan mis ojitos y mi cerebro. Tengo que aprender a acostarme a horas decentes, como a las 22h o a las 23h, pero es que es imposible, como que en la noche la procrastinación alcanza sus límites más encantadores y me hechiza.
Por todo esto y más, es que me considero toda una profesional, pregunten lo que quieran, todo lo sé responder.
¡Quiero Trabajar!
¿Quién me contrata?
Soy una mujer responsable, dinámica, y con muchas ganas de aprender y beneficiar a otros con mis capacidades y las que vaya adquiriendo con mi experiencia. Trabajar porque puedo y no porque lo necesite, pero sobretodo porque quiero. Cualquier trabajo relacionado con la difusión de la cultura me cae perfecto. Prometo no decepcionar a mi patrón, y me comprometo a dar un poco más de lo que se me pide. No me importa trabajar largas jornadas y estoy segura de que siempre podré ofrecer una amplia sonrisa, aunque se pueda leer cansancio en los dientes. Ayudaré a mis colegas y construiremos así una pirámide de ayuda y soporte laboral en la que el beneficiado sea aquel que le interese nuestro trabajo. De verdad, no se arrepentirá si me ofrece una oportunidad.
Quiero Trabajar, para demostrarme como profesional y para difundir la cultura a nuestro pueblo.
Quiero Trabajar, y eso está dicho. Seré buena en lo que se me ponga enfrente.
Por favor, interesados en mi currículum, comenten aquí abajo.
Historia de mi encuentro con el Kitsch
La primera vez que escuche la palabra en cuestión, yo estaba en el bachillerato, era una adolescente vulnerable e impaciente por aprender y como buena estudiante de 17 años, todo lo raro que escuchaba iba a consultarlo inmediatamente en el diccionario.
Fue un día de marzo del dos mil cuatro, cuando en la mañana tomé el periódico y vi la lista de películas de lo que antes era la muestra de cine en el cineforo, lo recuerdo perfectamente, enfrente de mí tenía al hombre que hoy fuera mi esposo, yo estaba recién atraída por su sonrisa, sonrisa que conocía desde hace tres años y que hasta ese momento vino a hipnotizarme, le invité al cine en una cita meramente casual, de amigos, con potencial de ser algo más. Él nunca llegó a la cita, que al parecer fue tan informal que el pensó que tenía la opción de ausentarse y lo hizo, yo en cambio me metí sola (ese año fue el periodo de tiempo cuando pasaron muchas primeros: la primera vez que iba sola al cine, la primera vez que veía cine de autor, eran las primeras veces que andaba en camión por la ciudad conociendo rutas diferentes, la primera vez que me enamoraba, la primera vez que descubrí muchas cosas y muchas palabras) a la única sala de cine que se encuentra en el sótano de rectoría general. No compré palomitas, me sentía un tanto incómoda al verme sentada entre lo que parecían bohemios e intelectuales, todos iban vestidos distintos a la media y hablaban un idioma parecido al cristiano (como diría mi abuelita) pero que en realidad no comprendía (me hizo pensar que debía leer mucho), parecían salidos de alguna de las puertas del mismo sótano, como si sólo se movieran en los sitios más underground de la ciudad y sólo salieran de noche. Yo me quedé acurrucada en mi butaca, no tan arriba, no tan abajo y justo en medio. Apagaron las luces y el celuloide comienza a rodar, lo primero que veo es una vista tomada desde alguna azotea del Distrito Federal y los protagonistas haciendo el amor. Qué impacto. Los protagonistas Adán y Eva actuaban con monotonía, se veían hastiados de la vida y precisamente por esto hacían experimentos con todo, su cabello, sus ropas, sus actos, sus palabras. Era una película muy surrealista, d’avant-garde, y también muy dura, difícil de observar por los largos silencios y tiempos de meditación. No recuerdo conversaciones profundas, una cosa muy rara en general, su encanto estaba en el plotline y su estética bizarra. Verán, el filme en cuestión se llama “Adán y Eva… todavía” (En una nota al pie: Según el Génesis, después de haber comido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén, para proteger el camino hacia el otro árbol prohibido: el de la vida. Pero antes de salir, ellos lo probaron también y fueron inmortales… Ahora subsisten en la Ciudad de México. Están hartos de vivir.) Y transcurrió el filme a lo largo de 100 minutos. Llegamos a la sesión de preguntas y respuesta, el encanto de todos estos festivales es que podemos platicar con el director y sus actores sobre el trabajo y proceso creativa de dicha producción, yo en realidad tenía muchas preguntas, puesto que esto era totalmente nuevo para mí, pero en lugar de levantar la mano, me quedé escuchando y aprendiendo de las preguntas de los demás, preguntas sosas, de vez en cuando y otras tantas irrelevantes de las cuales ya no recuerdo, faltaban minutos para que se terminara el tiempo de la apretada agenda del director y dejaron la última pregunta para una chica de aspecto muy sui-generis, su pregunta, más o menos, fue esta: “¿Tiene algo que ver el argumento del filme con la estética kitsch que se maneja en el mismo filme?” Después de la pregunta, no escuché la respuesta, me quedé absorta ante el descubrimiento de un nuevo vocablo en mi pequeño acervo cultural, anoté “Quitch” en mi cuadernillo de notas y revisé mi archivo mental para saber si no la había escuchado antes, resultado: No, era una cosa totalmente nueva, que me dejo abrumada, desconcertada y fascinada, no veía la hora de salir de la sala de cine para llegar a consultar el diccionario. En cuanto se terminó la sesión de preguntas y respuestas, me levanté y aunque seguía pensando en aquel chistoso vocablo, también me fui imaginando qué hubiera sido si aquel espécimen al que invité esa misma mañana hubiera ido, y fui haciendo paralelismos entre la hastiada pero amorosa vida de los personajes y la imaginaria vida amorosa del romance virtual que llevaba por esos tiempos con el susodicho.
Después de toda aquella experiencia surrealista, mi primer contacto con el arte y sus autores (o algo que se acerca a ello) llegué directamente a casa buscar está palabra en el diccionario, pero dudé, era una palabra enteramente extraña, un palabra de cinco letras con una sola vocal en su anatomía, entonces pensé que podría buscarla en mi diccionario bilingüe para estudiantes de inglés; pasé por las palabras kiss, kit, kitchen, kite, kitten, kitty, kiwi: nada. En realidad no sabía muy bien cómo se escribía así que me tomó un tiempo tratar de encontrarla en el diccionario pocket. Me dí por vencida y sólo para no dejar morir la esperanza la busque en el diccionario de la real academia española (o lo que pueda funcionar como su equivalente Larousse) y después de un rato de buscarla en la letra Q, la encontré en la sección de las palabras que empiezan con K, ahí, entre kit y kiwi, esto fue lo que encontré:
Y esa fue la respuesta y definición que se me quedó por mucho tiempo, ilustrándolo con aquella pregunta que antaño me hiciera emprender la búsqueda tan poco exhaustiva de aquella palabreja tan inusual. Hasta ahora.
Se acabo lo que se vendía…
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